Este libro reconoce la centralidad del concepto de multitud para abordar la filosofía spinoziana, pero discute con algunos aspectos de la lectura de Negri, como su idea de que la multitud conlleva una potencia democrática absoluta que recusa cualquier tipo de representación o mediación estatalmente elaborada. En efecto, el autor muestra la importancia de recurrir a otros conceptos que, al menos en el plano político, revisten también gran importancia. Propone, así, pensar a la multitud con el cuerpo y con el Estado, ya que ella es también cuerpo y Estado. La multitud actúa como un cuerpo y como guiada por una sola mente y ella se encuentra ya siempre socializada, capaz de auto-afectarse y de darse una estructura político-institucional. Así entendida, la multitud puede ser pensada, según demuestra el autor, como el sujeto político del pensamiento de Spinoza.